Un árbol pasa y duele como una estación vacía, de Dina Tunesi, libro de artista. Por Tania Ramos Pérez

Un árbol pasa y duele como una estación vacía, de Dina Tunesi, libro de artista

Por: Tania Ramos Pérez

En algunos lugares del mundo los filósofos, los poetas y los pintores se han hecho, en diferentes épocas, esta misma pregunta: ¿se puede pintar con las palabras?

Aristóteles, Guillaume Apollinaire, Immanuel Kant, Mallarmé, Efraín Huerta, Andy Warhol, Mónica Meyer y muchos otras y otros han respondido que sí. Junto a ellos, Dina Tunesi se suma a esta forma de experimentar con las sensaciones e imágenes, que borran los lindes entre el leer, escribir, escuchar, mirar, fotografiar y pintar.

Dividido en tres partes, el eje del poemario es el sentido de la vista. Sin necesidad de recurrir a extravagancias o de referirse, directamente, a cánones académicos del arte, Tunesi pincela, letra a letra, emociones, ideas, acciones, tiempos pretéritos y presentes, que se conjugan en un mismo lienzo cuya orquesta de letras cincelan la hoja en blanco. Siendo niña mis padres me llevaron a clases de pintura, ahí mi maestro me enseñó a respetar los bordes, a mover el pincel uniformemente para que aquel cuadro fuera una foto de un paisaje sin viento, quieta, sumergida en un no-tiempo. Algunos años más tarde, ya sin maestro, intenté copiar algunos cuadros de Monet de forma autodidacta. Aquello fue distinto, difícil para mí, porque Monet exigía no respetar líneas, sino sólo la luz y el aire atravesándose; porque el impresionismo de Monet parte, como Tunesi, de la sensación, antes que, de la vista formal e instantánea, sin movimiento. La sensación es, precisamente, eso, movimiento. Dice la poeta:

Collage

El betabel partido a la mitad

Fue la referencia topográfica para explicar un corazón

Es así como Dina Tunesi atraviesa su escritura, como atraviesa los momentos y sus días, con el cuerpo por delante, con la conciencia plena de la rebosante emoción que guardan los muebles y las cosas ordinarias. Cuerpo, mirada y escritura se cruzan en cada poema con la frescura de un lenguaje que no pesa como no pesan los colores de una obra de arte expuesta. La mensurabilidad del rojo no depende del rojo, sino de su lugar en el cuadro, en el caso la obra de Dina Tunesi, la mensurabilidad del color depende de su lugar en verso. Siguiendo esta lógica, la técnica pictórico-poética de Dina Tunesi es capaz de permitir la construcción, ya no de metáforas, sino de verdades. Cito a Tunesi:

Ha pasado tanto tiempo desde, entonces, que ya ni siquiera podemos decir que el Velador sea real, pero el cielo sigue en constante transición y el degradado de sus colores lo hace lucir tan distinto que cuesta pensar que sea uno solo.

En El origen de la obra de arte, Martin Heidegger expresa que en la obra de arte acontece algo que va más allá de la representación de lo real, la obra de arte produce un develamiento de la verdad, siguiendo esta noción, en Dina, el agua dentro de un vaso de agua no es una imagen poética, sino su verdad tangible, asequible y sensible: “Al fondo del vaso dormita un residuo y ahí se encuentra la nada del color, sabor y aroma del agua.” Uno puede pensar que entre las primeras secciones del libro y la sección intitulada Un árbol pasa y duele como una estación vacía hay grandes diferencias, porque las referencias al color y la composición pictórica que sucede en los versos aparenta ya no ser la misma, sin embargo, pienso que el fundamento técnico permanece el mismo, lo que provee solidez argumentativa al libro como una totalidad engranada en su sentido, las intenciones de esta sección son personas específicas, nombres propios que bien pudieran, también, constituir colores. Sólo que ahora el texto ha evolucionado, ha pasado de ser un tratado sobre los colores a, poner en juego las definiciones de su primera sección, a través del paisajismo. El movimiento y la sensación siguen siendo punto de partida. Esta vez Dina pinta lo que observa desde la interioridad de la médula, los trazos ya no persiguen sólo la vista, sino también el sonido, el rastro de los olores impregnados en la ropa, objetos que son sinónimos de nostalgia, el tacto húmedo de la una lágrima que cruza la risa:

Tren: casa efímera de perfil corroído

Por el carbón que se cuela

En la comisura de los ojos.

Esta parte es más un cuaderno de viaje de alguien cuyas herramientas son las letras y la anterior paleta de colores, y es que cada texto ha dejado su huella en el otro, lo que me hace preguntarme, ¿cuáles serían las sensaciones desprendidas si este libro fuera leído de atrás hacia delante? Ese experimento puede constituir otra reseña, pero, ceñida a esta que ahora escribo, exploro el final del libro como si, parada en medio de una sala de exposiciones, tuviera en mis manos un libro de artista cuyo motivo principal ha sido un viaje, y que, a veces respeta el orden propuesto por la hojas, y el desorden propuesto por las mismas hojas. En este sentido, el final del libro está, a mi parecer, perfectamente dispuesto, de un viaje no importa la llegada y la partida en el orden establecido por la entropía y el tiempo, sino la sujeción de ambos a la colectividad del encuentro y la despedida, un paisaje cuyos objetos visibles no respetan bordes ni apariencias, un lugar donde el adiós y la llegada son parte de una verdad que se anega en los ojos y en la piel: ella es Dina Tunesi, orfebre de luces y sombras, poeta cuya técnica lo mismo usa palabras que pinceladas en la inmanencia de la memoria.

Tania Ramos Pérez (San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 1984). Antropóloga Social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Maestra en Estudios Mesoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y doctorante en Filosofía, con especialidad en estudios de estética y ontología mesoamericana, por el Colegio de Morelos (COLMOR). Resultó ganadora, en la rama de poesía, del Primer Concurso de Ediciones Digitales Punto de Partida 2018, convocado por la división de Literatura de la UNAM, por su libro: Invocaciones (UNAM, 2018), así como del Premio Nacional de Poesía Anita Pompa de Trujillo en 2018, con el texto: Los ministerios del polvo. Ha publicado Espejos (Public Pervert, 2015). Poemas suyos han aparecido en diferentes antologías y en revistas como Rio Grande Review y Letras Libres. Desde 2019, forma parte del comité editorial de la revista digital de literatura “Carruaje de Pájaros”. Actualmente, es profesora del área de artes y de ciencias sociales en el Bachillerato de Innovación en Ciencias, Artes y Humanidades de Chiapas (ICAHCH), perteneciente a la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

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