Instantáneas sobre Bruno, o el margen que rodea a «Por donde el diablo atraviesa los huesos»

Por Mikhail Carbajal

*Texto leído durante la presentación de la ópera prima de Bruno Javier, celebrada en Punto y Coma en 2022.

Bien podría, en estas humildes palabras, brindar comentarios apantallantes sobre por qué leer “Por donde el diablo atraviesa los huesos”, sin embargo, al haberme antecedido ya grandes luminarias de la literatura como presentadores, más bien quiero enunciar, a manera de fotografías instantáneas, algunos aspectos que yacen en los bordes de este libro y que considero que harán más valiosa de lo que ya es, su lectura.

Estampa 1:

A Bruno lo conocí en 2011, yo era un neófito estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras, y él, recién se había cambiado de Historia a Letras. Coincidimos en el Taller de Creación Literaria. Nuestras esbeltas y tadzianas figuras contrastaban con nuestra experiencia en la vida y la literatura; pero también convergían en la sed y necesidad de perfeccionar el camino de les grandes maestres que estuvieron antes de nosotros.

En aquellos años gentiles, a Bruno lo recuerdo, de entre tanto, por dos cosas: su imperecedera necesidad de hacer cosas; ya fuera crear, armar lecturas, moderar mesas, escribir, tallerear… y, por supuesto, por su risa. Aún retumban a las espaldas de Filo carcajadas primigenias de mi gran amigo. Y fui creciendo con y junto a él.

Estampa 2:

Si existe acaso un engranaje divino, un embalaje cósmico cortazariano, una suerte de azar, o un providencialismo frenético, estoy seguro que tuvo que ver con la formación de la constelación de los otrora jóvenes novísimos que fuimos. Hay una foto en la toma de la Adolfo Prieto, donde aparece un grupo de jóvenes poetas simulando poses heroicas, dicho branding pasó por nombres fallidos o poco llamativos comercialmente: Ávengers del Nuevo Reino de León, Los Noresteens, Lost Poetas… pero su formación y nombre definitivo se daría un par de años más tarde: La Liga Paradiso. En aquel entonces, estoy seguro, ese joven Bruno ya empezaba a hallar en la mística un campo extenso para dominar, recrear y posteriormente transgredir.

Estampa 3:

De los 2014’s, 15s y 16s, veo a un Bruno que hacía cosas, haciendo muchas más. Se le vio coordinando un Taller que, hablando de brandings fallidos, se llamó a secas “Taller de Poesía y Cuento Monterrey”. Incubadora a la que le debemos, so pena de la existencia de Quetzal Noah, también los primeros pasos de hoy poetas consagrades e íntimas amistades del medio. Se le vio leyéndole textos maravillosos a infancias en proyectos de Conarte, y se le vio ganando Certámenes y Slams. Es este Bruno, el gran lector, promotor, difusor, editor, al que escogí para prologar mi primer plaquette y mi primer libro. En él siempre he encontrado sinceridad como lector, así pues, ahora que lo leo y presento, le pago con la misma moneda.

Estampa 4:

(Estampa con nombres omitidos para proteger las identidades y no quemar a nadie)

-¿Cómo les suena “Por donde el diablo atraviesa los huesos”? dijo Bruno N.

Juan N y Mikhail N se quedaron pensando. Juan N., adiestrado verbalizador, escribió una perorata sobre que un texto debe poseer correlación con la anécdota, que no se debe despegar de la línea, que en un título debe caber el libro, como el mundo entero. Que no dice mucho, que está curiosón.

Mikhail N atinó a decir que estaba albureable. Que estaba rara la idea.

Todos rieron…

Luego Bruno N., en un silencio donde caben mil silencios, dijo: es un verso de Minerva Margarita N.

Todos los jóvenes quedaron callados. El diablo atravesó ese silencio.

Ningún otro cambio doblegó menos un editor antes en la historia.

Estampa 5:

La recién empezada obra de Bruno, no ya Bruno, posee un tono que aunque pareciera desencuadrar con la persona que hoy es, no es sino un primer paso sólido en su carrera literaria, este libro registra lo indecible en lo cotidiano, hay una carga de la pugna entre el deseo y el intento de controlarlo, hay un vaivén entre lo sacro y profano.

Si hay una providencia, mi deseo más grande es que algún día, mi querido Bruno explore la narrativa, y podamos ver más de ese San Bartolo que no tiene nada que pedirle a los demás poblados de la literatura urbis et orbis.

Última estampa:

La historia la escriben los victoriosos, la historia siempre va desde la óptica del triunfador. Cualquier obra de cualquier disciplina no es sino el ejemplo perpetuo de la constancia, del choque de ideas, de la experiencia y el resurgimiento. En este camino de más de diez años, miré a un Bruno que fue paciente, un Bruno que supo dudar de los pasos que daba, que tocó puerta, que, como decimos coloquialmente en el gremio, aprendió a picar piedra. Ideas de este libro fueron rechazadas, omitidas, minimizadas, reducidas, criticadas.

Vi por mucho tiempo a un Bruno que se detiene en la cúspide de la montaña a observar detenidamente el horizonte, vi por mucho tiempo a un Bruno que, en medio de tormentas emocionales y físicas, recibió los trancazos de la vida, y ofreció una sonrisa a cambio. Detrás de este libro se encuentra la persistencia, la constancia, la obsesión y perfección… si acaso aquel engranaje existe, el libro llegó a las manos adecuadas, y se materializó. Habiéndolo visto, que no cabía de alegría en sí en la primera presentación, y verlo hoy, a mi gran amigo, me hace enorgullecerme íntegramente de lo que este libro representa. En “Por donde el diablo…” leo la madurez y constancia, la observación y el buen oído para las letras. Pero alrededor, en un manto, en su bóveda, hay lágrimas, hay tristeza, existe una y múltiples pérdidas, este libro ha sublimado un dolor inenarrable, y lo ha materializado en algo que no es sino hermoso, enteramente hermoso, por lo que es, por lo que representa y por el momento en el que sucede…

Felicidades, mi querido Bruno, y que vengan muchos más.

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