Comentarios de Renato Tinajero sobre el libro «Funámbulo», de Evy P. Reiter

El siguiente texto corresponde a la presentación del libro «Funámbulo», de la poeta Evy P. Reiter. Dicha presentación se llevó a cabo en la Casa Universitaria del Libro el día 30 de marzo del 2023.

Quiero empezar con la lectura de un poema de Funámbulo, porque quiero hablar de los recursos que emplea Evy para imprimir la fuerza y el elemento emocional en sus poemas. Y este que leeré es un espléndido ejemplo:

EJEMPLO p. 11

El sofá azul ha tomado tu cuerpo,

tus huesos pegados a él.

Contemplo tu figura,

no puedes levantarte ni un centímetro

ni girar tu cabeza para verme,

te has hundido entre los cojines

que tragan dos kilos menos cada cuatro días;

tu brillo se ha perdido

en la funda blanca de la almohada

donde se sumerge tu cabeza…

Aquí los elementos de la atmósfera (se podría decir, los elementos del decorado, el attrezzo o utilería) se impregnan del sentimiento de pérdida y caducidad que embarga a la voz poética. El consumirse de la persona amada se representa en esos elementos ambientales, que por lo mismo alcanzan significado y relevancia.

Esto se manifiesta todavía con mayor claridad y viveza en los poemas de las pp. 15 y 19, dos de los más logrados del libro, justamente por esa habilidad para impregnar de emoción a los objetos. Leeré completo el de la p. 15:

EJEMPLO p. 15

El reloj canta las nueve de la mañana,

cae otra hoja del calendario,

la luz del día se refleja en una sombra junto a la ventana,

las gavetas de la cocina están abiertas

y una copa rota junto al lavabo ha salpicado gotas de vino en

el mármol.

La fruta madura

y el olor a rancio de las flores de trapo

se impregna en las cortinas,

la mesa de madera abarrotada de viejos libros,

aquellos que alguna vez leímos juntas,

y algunas fotografías nuestras

regadas por el piso.

El reclamo del gato bajo mis piernas

entra y sale por mis oídos.

El café se enfría cada vez que pienso en ti.

Otro recurso muy eficaz y expresivo es el de la metamorfosis. No el mero símil, no decir simplemente «este sujeto o este objeto se parecen a este otro objeto», sino enunciar directa y resueltamente la transformación de algo o alguien. Esto queda patente en la transformación de la persona amada a lo largo de varios poemas de la primera sección del libro. La persona «deja de existir» en el poema de la p. 13 cuando el craneofaringioma le deforma el rostro. Es importante esta expresión que usa ahí el poema: «ya no existes», porque es la que abre la puerta a las posibilidades de la transformación de la persona. En los poemas subsiguientes, la persona es «polvo», «espejo roto», «sombra impenetrable» y «el aroma de tu suéter en mi clóset». Como puede también apreciarse, la imaginación sensorial es una virtud de esas transformaciones, con especial fuerza en esa última metamorfosis en la cual la persona deviene una sensación olfativa. Siendo los aromas sensaciones tan pasajeras e inasibles, pero al mismo tiempo tan caras a la memoria, esta última transformación alcanza un lirismo inusitado, pues retrata lo inasible, lo pasajero y lo entrañable de la persona que no está más.

Pero las metamorfosis no terminan ahí. Hay un poema, el de la p. 23, que es como un poema de aceptación de la pérdida. En esa aceptación, la persona amada vuelve a transformarse, pero no en algo que la reduce (ya no es polvo, ni es aroma), sino en elementos que por la fuerza de su presencia simbolizan trascendencia: luz, tormenta, cúmulo de nubes, brisa, eternidad… De hecho, este poema sintetiza de una forma tan clara, tan eficaz, el proceso de metamorfosis, de lo pequeño y reducido a lo grande, fuerte y presente, que vale la pena leer un fragmento justo ahora, el fragmento en el que la transformación pasa de la reducción a lo trascendente:

EJEMPLO p. 23

Mientras las hojas del árbol caen,

mientras las horas hablan entre los granos de arena,

estás hecha polvo,

encerrada en una urna

Te apagas

y el mundo se hace ancho,

con él te reduces a ideas,

pero tu silueta aparece

en una muchedumbre de colores

que llenan tu ausencia

como palomas en una pequeña plaza…

En la segunda sección del libro, «Voy a dormir», Evy explora la muerte como autoaniquilación. Expone una galería de suicidas vinculados al arte, tanto personajes reales como ficticios. Me parece que busca el elemento de desolación, de irreparable camino sin retorno, que rodea a todas estas muertes. Es así que Alfonsina Storni, Kurt Cobain, Judas, Sylvia Plath, Yukio Mishima, Romeo y Julieta, Vincent Van Gogh, Ana Karénina, Jim Morrison y Reetika Vazirani se hermanan al consumirse. Las muertes son descritas a detalle, aunque sin incurrir en el elemento gore o tremendista, pues Evy elige los detalles significativos de la experiencia de morir, no los detalles exhaustivos. El más acabado de estos poemas es el que presenta la muerte de Reetika Vazirani, pues a la desesperación de la suicida suma el elemento de la ternura encarnada en la presencia del niño asesinado. El recurso más valioso de estos poemas es, como menciono, la elección del detalle justo. Evy, sin ser elusiva, es elíptica, no dice más de lo necesario, y parece mostrarnos que el camino de la muerte es sencillo y metódico, y que cada paso aporta en algo al significado de cada muerte en particular.

Las secciones siguientes, «Claridad ausente» y «Funámbulo», constituyen reflexiones desde distintos ángulos sobre el acto o el proceso de morir. A partir de objetos (recuérdese: de utilería, de attrezzo), de detalles y de sensaciones, en apariencia dispersos, Evy va como dibujando un muestrario del morir. A veces, como en la voz poética en primera persona de la p. 50, la muerte llega lentamente, en un estarse poco a poco consumiendo (EJEMPLO: «El desnivel acecha el camino de mis pies,

avanzo cada vez más lento / para no tropezar con la mancha de mi sombra / 

en el abismo de la madrugada»). En otras ocasiones, la muerte es una amenaza difusa, omnipresente pero imposible de señalar con claridad, como en el poema de la p. 59 (EJEMPLO: «Nacemos funámbulos, / hasta que un día nos desequilibramos / y la cuerda tensa / se queda sola en medio del aire»). La muerte también puede ser fulminante, de una crueldad instantánea, como en el poema del niño que cae desde un tercer piso en la p. 62. Evy parece decirnos que el destino es universal, que lo diferente es el camino que cada quien elige o que la vida elige por nosotros para llegar a ese destino.

Quiero terminar con la lectura del poema de la p. 71, en el que Evy reúne de manera diestra su habilidad para observar el entorno y para elegir los detalles correctos, los que dotan de viveza, sensibilidad y emoción al poema. Va, sin más comentarios, y muchas gracias:

EJEMPLO p. 71

En un paisaje de invierno,

entre la luna y el mar,

un árbol deja caer sus hojas.

En el rincón de la cocina,

un vaso se hace trizas contra el piso,

saltan sus pedazos,

vuelven a caer.

En una plaza,

la nieve cae sobre el abrigo de un anciano

y se derrite entre sus pasos.

En un instante,

el agua del arroyo

pasa

y se va.

Renato Tinajero (Ciudad Victoria, 1976). Es autor de poemas, ensayos y narraciones breves. Estudió filosofía en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Se dedica a la literatura y a la educación superior. Entre sus obras se encuentra Fábulas e historias de estrategas, libro que obtuvo el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2017.

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