«Un árbol pasa y duele como una estación vacía es un libro que invita a sus lectores a contemplar los colores de la melancolía que es tan contundente y fugaz como una locomotora»
Esto lo comenta el escritor Julio Mejía III en el prólogo de la ópera prima de la poeta Dina Tunesi y aprovechando las palabras de Julio, las queremos usar como puerta de entrara para compartirles cuatro poemas de este libro que la poeta regiomontana publicó en Funámbulo Editores.
VIOLETA
Todo depende de dónde se planten los pies; a
partir de los tantos kilómetros se habla de la
perspectiva atmosférica: da Vinci fue de los
primeros en darle nombre. ¿Cómo se podía
interpretar la densidad del aire en el papel?, o
lienzo, o retablo, lo que fuera. La distancia tiene
tintes místicos: aquello que no se puede tocar
se convierte en un elemento mágico, y las
montañas, desde los tantos kilómetros, bien
pueden ser de amatista, una variedad
macrocristalina que funciona para limpiar las
energías. Tal vez por eso los enfermos se
retiran a morir allá a lo lejos y la muerte parece
un secreto.
NEGRO
Negro el carbón, las uñas que coronan tus
manos, tus ojos de cuervo que penetran en el
hollín, negro todo lo que se mueve y delinea el
mundo, negra la lluvia sobre tus senos y ropa
interior, negra la noche que se traga a los
desaparecidos, negro el hueco de mi garganta
donde todo el cuerpo se atrapa, reino de masas
de alquitrán. Negra la mancha de mi alma que
pone en evidencia las mentiras y todo lo que
odio de mí. Pero no hay nada más negro que
mi rostro putrefacto que se agrieta y el pantano
de mi sangre que me desprende las manos.
ABRAZO II
Los ojos brillantes, como si la luna viviera en
ellos,
contemplan el cabello que ha sembrado el sol,
campo de trigo
y pajar de pensamientos.
Él la observa.
Hay tanto movimiento ondeante
alrededor de los dos,
que de pronto son sacudidos por codos
ajenos;
el ruido sobrepasa el límite,
pero no viene de ellos.
La nariz como cuervo
va en busca de los labios,
como si este beso guardara la memoria
y detuviera el tiempo.
Los dedos, con miedo al tacto,
condenado a la caducidad,
justo ahora,
pudren la médula
y los huesos.
Este abrazo entre amantes
no promete seguridad
y amenaza con un desgarre de garganta
por llorar en silencio, a escondidas.
ALVINA
El cuerpo, conjunto de conexiones,
artefacto que no comprendo,
radio que sintoniza todo el día
y no se puede silenciar.
Mi cuerpo, máquina que obedece a la voz
interna:
mueve las manos
y ya estoy escribiendo;
sonríe
y te despido en la estación ferroviaria.
Mi boca se curva por hilos
que me obligan a guardar lágrimas.
Pero esto que llamo cuerpo
a cada paso me estorba más:
lo derramo por accidente,
como un vaso de agua,
y la marca de humedad
dice que estuve aquí;
emana un olor a musgo
crecido en época de adiós.
Vivo en esta parte interna,
donde olvido los dedos sobre la mesa,
junto al desayuno,
y voy así:
a fragmentos
todos los días.
Sobre la autora
Dina Tunesi. Egresada de la Licenciatura en Letras por la UDEM con enfoque en Historia del Arte, ha publicado en distintas revistas literarias. En 2018 fue becaria del CENL con el proyecto de poesía «Viva Las Vegas» y en verano del 2019 formó parte de la generación del Curso de Creación Literaria para Jóvenes en Xalapa por la FLM. Asistió al Décimo EIELL en Culiacán organizado por alumnos de la UAS con una ponencia sobre écfrasis. Se tituló con el proyecto de poesía “Estudio de estados de ánimo», hoy titulado “Un árbol pasa y duele como una estación vacía”, un ejercicio de écfrasis. Fue parte del equipo de edición del tomo «A golpe de linterna», más de cien años de cuento mexicano, publicado por la editorial Atrasalante, también fue editora en jefe de una editorial emergente de Monterrey.
«Un árbol pasa y duele como una estación vacía» es su primer libro publicado (Funámbulo Editores, 2023).